Con esta receta participo en el Concurso de Recetas Navideñas del blog de cocina KikoChef. http://www.kikochef.com/ - Concurso patrocinado por Bodegas Sebiran.
Esta receta la voy a hacer en la olla rápida, quien no tenga este tipo de olla puede hacerla en la olla express, teniendo en cuenta que en lugar de siete minutos será 20 ó 25.
Utilizo dos tipos de vino, el blanco y el dulce, esto tiene su sentido y es que a todo el mundo no le gusta la carne dulce, así que en ese caso, antes de servir el plato con la salsa dulce puede cortar la ración que corresponda y agregarle la salsa de vino blanco con las verduritas.
Ingredientes:
Una pieza de cinta de lomo entera o solomillo (yo he preferido el lomo, eso sí, lo he comprado ibérico)
Ciruelas pasas
huevo hilado
2 cebollas
1 pimiento
3 dientes de ajo
1 zanahoria
1 puerro
sal
una pastilla de caldo concentrado
pimienta negra
una hoja de laurel
una cucharadita de harina
aceite de oliva
mantequilla
1/2 vaso de vino blanco
1/2 vaso vino dulce (Pedro Ximénez)
Preparación:
Salpimentamos la carne y la sellamos en la olla rápida. (Sellar es marcarla, la ponemos en la olla con aceite y la vamos tostando por todos los lados, sin permitirle que se cocine por dentro)
Cortamos la verdura.
Sacamos la pieza de la olla, y reservamos. Cortamos la verdura, y en el mismo aceite de sellar la carne, la refreímos. Volvemos a introducir la pieza dentro de la olla y añadimos el laurel, la pastilla de caldo, medio vaso de vino blanco y dos vasos de agua. Cerramos la olla y esperamos de siete a 10 minutos después de que empiece a salir el vapor.
Apartamos la olla del fuego pasado ese tiempo, y cuando esté templada abrimos la olla y sacamos el lomo por un lado, y las verduras escurridas por otro.
Las verduras las batimos con un poco del caldo de la cocción y reservamos. (Podemos apartar un poco de esta salsa para quienes no le guste la dulce, el resto la utilizaremos para hacer la salsa con el Pedro Ximénez)
Salsa dulce:
En una sartén con mantequilla y unas gotitas de aceite (lo agregamos para evitar que la mantequilla se queme), tostamos la harina, añadimos el vino dulce y la verdura que batimos anteriormente. Esperamos que se queme el alcohol del vino y lista la salsa dulce!!
Cebolla caramelizada:
En otra sartén con un poco de aceite de oliva, ponemos cebolla cortada en aros, cuando la veamos que ha cogido el color transparente, le añadimos dos cucharadas de azúcar. Removemos hasta que la cebolla va cogiendo el color marrón del caramelo.
Y ya llegó la hora de servir el plato. En una fuente ponemos en el centro la carne fileteada, a un lado el huevo hilado y al otro la cebolla caramelizada. Por encima ponemos las ciruelas y un poco de salsa, que por cierto como habréis hecho dos, podéis elegir si dulce o salada!!
Espero que os haya gustado, que la probéis y sobre todo que me votéis!!!
Y ya que en estas fechas vamos a tomar mucho vino, pues una de Pablo Neruda: Oda al vino.
VINO color de día,
vino color de noche,
vino con pies de púrpura
o sangre de topacio,
vino,
estrellado hijo
de la tierra,
vino, liso
como una espada de oro,
suave
como un desordenado terciopelo,
vino encaracolado
y suspendido,
amoroso,
marino,
nunca has cabido en una copa,
en un canto, en un hombre,
coral, gregario eres,
y cuando menos, mutuo.
A veces
te nutres de recuerdos
mortales,
en tu ola
vamos de tumba en tumba,
picapedrero de sepulcro helado,
y lloramos
lágrimas transitorias,
pero
tu hermoso
traje de primavera
es diferente,
el corazón sube a las ramas,
el viento mueve el día,
nada queda
dentro de tu alma inmóvil.
El vino
mueve la primavera,
crece como una planta la alegría,
caen muros,
peñascos,
se cierran los abismos,
nace el canto.
Oh tú, jarra de vino, en el desierto
con la sabrosa que amo,
dijo el viejo poeta.
Que el cántaro de vino
al beso del amor sume su beso.
Amor mio, de pronto
tu cadera
es la curva colmada
de la copa,
tu pecho es el racimo,
la luz del alcohol tu cabellera,
las uvas tus pezones,
tu ombligo sello puro
estampado en tu vientre de vasija,
y tu amor la cascada
de vino inextinguible,
la claridad que cae en mis sentidos,
el esplendor terrestre de la vida.
Pero no sólo amor,
beso quemante
o corazón quemado
eres, vino de vida,
sino
amistad de los seres, transparencia,
coro de disciplina,
abundancia de flores.
Amo sobre una mesa,
cuando se habla,
la luz de una botella
de inteligente vino.
Que lo beban,
que recuerden en cada
gota de oro
o copa de topacio
o cuchara de púrpura
que trabajó el otoño
hasta llenar de vino las vasijas
y aprenda el hombre oscuro,
en el ceremonial de su negocio,
a recordar la tierra y sus deberes,
a propagar el cántico del fruto.
vino color de noche,
vino con pies de púrpura
o sangre de topacio,
vino,
estrellado hijo
de la tierra,
vino, liso
como una espada de oro,
suave
como un desordenado terciopelo,
vino encaracolado
y suspendido,
amoroso,
marino,
nunca has cabido en una copa,
en un canto, en un hombre,
coral, gregario eres,
y cuando menos, mutuo.
A veces
te nutres de recuerdos
mortales,
en tu ola
vamos de tumba en tumba,
picapedrero de sepulcro helado,
y lloramos
lágrimas transitorias,
pero
tu hermoso
traje de primavera
es diferente,
el corazón sube a las ramas,
el viento mueve el día,
nada queda
dentro de tu alma inmóvil.
El vino
mueve la primavera,
crece como una planta la alegría,
caen muros,
peñascos,
se cierran los abismos,
nace el canto.
Oh tú, jarra de vino, en el desierto
con la sabrosa que amo,
dijo el viejo poeta.
Que el cántaro de vino
al beso del amor sume su beso.
Amor mio, de pronto
tu cadera
es la curva colmada
de la copa,
tu pecho es el racimo,
la luz del alcohol tu cabellera,
las uvas tus pezones,
tu ombligo sello puro
estampado en tu vientre de vasija,
y tu amor la cascada
de vino inextinguible,
la claridad que cae en mis sentidos,
el esplendor terrestre de la vida.
Pero no sólo amor,
beso quemante
o corazón quemado
eres, vino de vida,
sino
amistad de los seres, transparencia,
coro de disciplina,
abundancia de flores.
Amo sobre una mesa,
cuando se habla,
la luz de una botella
de inteligente vino.
Que lo beban,
que recuerden en cada
gota de oro
o copa de topacio
o cuchara de púrpura
que trabajó el otoño
hasta llenar de vino las vasijas
y aprenda el hombre oscuro,
en el ceremonial de su negocio,
a recordar la tierra y sus deberes,
a propagar el cántico del fruto.